En el siguiente blog se presenta nuestra mirada hacia la nación Sudafricana desde un punto de vista cultural, que ha estado en la mira del mundo durante el último tiempo. ¡Esperamos qué disfrute su estadía!

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jueves, 1 de julio de 2010

África en África, Primera parte




Brillaban sus esferas blanquecinas y las pupilas como dilatadas en su marrón oscuro, gritaba como fiera en rededor de aquella fogata, sonriendo agazapado en la tibieza de su espíritu guerrero y solapado en furia y rigor. Su baile era su expresión profunda de que tenía vida, de que dentro de sí podía ser todo y a la vez nada.

De súbito me dirigió su mirada, me cohibió su altanería. Habló algo con voz ruda que no pude entender, obviamente estaba echándome de aquel lugar, pero no me animé a mover, me había hipnotizado con tu cantar, con sus movimientos y con su cuerpo de piel de barro. Quise decirle que me dejase estar allí, pero me interrumpió mi acompañante y le hablo en su misma lengua, primitiva y endulzada con su acento inglés.

Scarlet era una chica realmente asombrosa, cuando me contó su vida, como había llegado a África por cuenta propia, para ayudar y conocer esta asombrosa cultura que hace una semana creía de poca importancia, sin gracia y sin valor. Scarlet me mostró la realidad, como los distintos pueblos se relacionaban, cada uno con una manera diferente y cándida. Además cada uno de los pueblos guardaba cierto origen común. Existían riñas entre los pueblos, pero hasta esas mismas riñas estaban llenas de historias, Scarlet misma me contó algunas de esas historias apasionantes y mezcladas con un tanto de mitología.

Al parecer mi amiga lo convenció para que me dejase quedar, pude disfrutar gracias a ello durante unas horas más y luego llegó la hora de la comida, la tan ansiada por todos y de la cual yo estaba desconcertado. Sentí como si fueran miles de seres los que allí compartían a gritos, comiendo voraces y batiendo sus cuerpos de barro al cielo.

Tuve la suerte de que uno de ellos hablaba algo el español, y me contó parte de su vivencia en esa tribu, me contó cómo cada cosa que se hacía era un ritual, la misma comida, los bailes, y era algo inherente a ellos. Me contó además ciertas anécdotas que habían sucedido en la tribu, como ciertos personajes habían sido expulsados, como sus padres le habían enseñado el arte de la greda y como sus hermanos le dedicaban atenciones especiales en ciertas épocas. Lo que más me sorprendió fue el amor que le tenían a la tierra, las plantas, los árboles, sus propios cultivos, a los animales, a todo lo que tuviera vida o pureza. Me enseñó un río que se encontraba cerca, en una ladera, corría vertiginoso y sin embargo ella se abalanzó sobre el como si uno se acostase en su cama, descansó en aquellas aguas y se bañó en el mismo desnudándose, sin cuota de vergüenza en su actuar, pero lo extraño es que para mí me pareció todo aquello muy natural.

Me senté cerca del río y me dedique a contemplar aquellas laderas, aquellos árboles, toda la vida, los extraños pájaros que pasaban por sobre mi cabeza y las pequeñas alimañas que más de un dolor me causaron, esos bichitos espantosos y diminutos que hacían arder la piel, no tuve duda de estar en el lugar indicado.

Felipe Sandoval, 2010.

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