En el siguiente blog se presenta nuestra mirada hacia la nación Sudafricana desde un punto de vista cultural, que ha estado en la mira del mundo durante el último tiempo. ¡Esperamos qué disfrute su estadía!

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jueves, 1 de julio de 2010

África en África, Segunda parte




Nelia dejó el río y se puso sus ropas que había escondido secretamente bajo un helecho, me gritó con voz sorda que ya era hora de ir a dormir, pero yo le rebatí para quedarme un rato en aquella inmensidad, no me contradijo y me quedé acostado bajo el amparo de las fieras. Vi pasar animales de noche, oscuros como sombras y de extravagancias extremas, pude distinguir a leones que extrañamente no se acercaron a mí, cebras, incluso creí escuchar los pasos de un elefante, pero realmente me extraño que nos e acercaran a mí, debe haber sido por que había un pueblo cerca, ello debe de hacer que tengan respeto por el ser humano.

El cielo de noche estaba realmente hermoso, las ínfimas luces blancas se multiplicaban por miles de millones por delante de mis desteñidos ojos marrones y escuche como la naturaleza me hablaba. El banquete había sido muy abundante, de ricos manjares naturales, y la carne había estado tan sabrosa, sin lugar a dudas que la comida allá en América nunca sabría como sabía en aquel lugar escondido entre las sombras de barro. Me puse a pensar por que la comida era tan distinta, y llegue a la conclusión de que las hormonas y el excesivo cuidado de los animales había echo aquello. La comida allá era extraña, tanto que un niño jamás comería si no hubiese nacido allá por esa costumbre de probar la comida con la vista.

Al fin, cuando ya casi dormitaba sobre la tierra húmeda decidí volver al refugio de mi amiga, necesitaba dormir luego de aquel día extenuante. Me levante con cierta lozanía y me dirigí a pie.

Llegué creo que en media hora, en un trayecto que con surte debí haberme demorado cinco minutos de día, y es que aquellos escalofriantes árboles me acechaban y me hacía caminar en inconexión, perdiéndome en laberintos de sombras. Cuando llegué, Scarlet me esperaba con un refugio, un abrigo y su cariñoso sustento de café, lo que más extrañaba desde que salí, aquel olor amargo y dulzón me quemó cariñosamente la nariz y me dejé amar por su sabor.

Amanecí en conjunto con los animales que rugían al sol quizás, y mi malhumor no tardó en aparecer, ya hacían ocho días que no podía dormir del todo bien y ya me estaba hartando ese hecho. Me bañé en una ducha improvisada que hizo despertar a todo mi cuerpo y me preparé para la nueva excursión. Scarlet me contó que Nelia, la mujer de barro que había conocido hablo con ella, me había encontrado en demasía extraño, mis costumbres eran raras para ella, por ejemplo el haberme quedado de noche en aquel sitio era un acto de suicidio en aquellos lugares, concluyó en que había sido un milagro que no hubiera sido devorado, y con esa reflexión tuve que derrumbar mi hipótesis de que los animales no se acercaron por el pueblo.

Finalmente partimos en un nuevo descubrimiento de este tan hermoso y cultural África.

Felipe Sandoval, 2010.

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